La demencia es un síndrome adquirido provocado por
una patología orgánica que, en un individuo sin alteración del nivel de
conciencia, provoca un deterioro persistente de varias funciones cerebrales
superiores que afectan significativamente al desempeño de actividades
laborales, familiares y/o sociales.
La demencia vascular es un trastorno neurodegenerativo
que comprende los cuadros clínicos de deterioro cognoscitivo causados por la
enfermedad cerebrovascular, ya sea su etiología de tipo hipóxico, isquémico o
hemorrágico. Las manifestaciones clínicas parecen guardar estrecha relación con
la localización de las lesiones. Las alteraciones psiquiátricas son frecuentes,
heterogéneas y un punto crucial en el manejo, morbilidad y discapacidad de los
pacientes con este tipo de demencia. Las características clínicas son un déficit
cognoscitivo frecuentemente asociado a signos y síntomas neurológicos focales (exageración
de los reflejos tendinosos profundos, respuesta plantar extensora, parálisis
pseudobulbar, anormalidades en la marcha y paresias). (S. López-Pousa. (1998). Diagnóstico y tratamiento de la demencia
vascular. [Versión electrónica]. Rev. neurología; 27, 33-39).
Se
ha observado que los síndromes neuropsiquiátricos son más frecuentes cuando
existe lesión subcortical ya que la disfunción cognoscitiva se debe, en parte,
a las alteraciones en las conexiones entre ganglios basales y corteza
prefrontal. Las manifestaciones psiquiátricas de los pacientes con demencia
vascular son muy variadas e incluyen, fundamentalmente, trastornos afectivos, agresividad,
irritabilidad, apatía, psicosis, trastornos de ansiedad, desinhibición, alteraciones
del sueño, hipersexualidad. La asociación entre síntomas psiquiátricos y cognoscitivos
se relaciona con la severidad de lesiones en la sustancia blanca.
Los neurolépticos clásicos se han mostrado
moderadamente efectivos en el control de la agitación y las manifestaciones
agresivas en la demencia. Por otro lado, los antipsicóticos atípicos
(clozapina, risperidona y olanzapina) parecen ejercer un efecto más
satisfactorio. Estos se asocian a efectos adversos, como sedación, hipotensión
ortostática, efectos anticolinérgicos, y aumento de peso e hiperglucemia (sobre
todo con clozapina y olanzapina). En pacientes de edad avanzada con demencia se
ha descrito un aumento del riesgo de ictus con olanzapina o risperidona, y un
aumento de la mortalidad asociado al uso de antipsicóticos atípicos.
Por lo tanto, ninguna de estas herramientas
parece ser la solución definitiva del problema, ya que su eficacia es
bastante limitada y, algunas de ellas están dotadas de efectos adversos
importantes.
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