Los jugadores compulsivos se caracterizan, entre otras cosas, por desarrollar una fuerte ilusión de control. Una reciente investigación ha revelado que esta tendencia a sobrestimar las relaciones de causa-efecto podría condicionar otros aspectos de su vida cotidiana, y no sólo aquellos relacionados con el juego patológico.
En el estudio intervinieron cien participantes a través de un sitio web, la mitad de ellos jugadores patológicos en proceso de rehabilitación. Se ideó una situación ficticia donde los participantes debían tomar la decisión de administrar o no un medicamento cuya efectividad aún se estaba probando. Cada participante debía resolver cien casos distintos de pacientes que padecían una supuesta enfermedad. Al final del experimento se les preguntó hasta qué punto consideraban que el medicamento era eficaz para este tratamiento.
En contra de lo que solían creer los participantes, no existía relación alguna entre la administración del medicamento y la recuperación de dicho paciente, ya que los resultados eran aleatorios. Sin embargo, el resultado de las pruebas mostró que la ilusión de control manifestada por los adictos al juego era significativamente mayor que la del resto. Esto no sólo pone en evidencia la vulnerabilidad de los adictos al juego en aspectos hasta ahora ignorados, sino que plantea interesantes interrogantes como hasta qué punto es la ilusión de control la que induce a las personas a jugar o si, por el contrario, es el juego el que incita esta conducta.
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